Venezuela: El pueblo ya maduró
¿Qué Caracas quieres tú?
Hay una Caracas de
Bolívar, otra de Carlos Andrés Pérez; una de la gente, otra no sé de quién
diablos; una de los pobres, otra de la Globalización; hay una Caracas del pueblo, otra de los imperialistas;
una de Nicolás Maduro, otra de Capriles;
hay una Caracas de la Prensa boca a boca y otra de los grande medios de
comunicación; hay una Caracas junto a Bolivia,
Cuba, Ecuador, y otra que no se
con quien se junta. ¿Qué Caracas quieres tú? Caracas no es una.
Lima, Buenos
Aires, La Paz, Santiago, Quito, Cali, tampoco lo son. Y es que uno se divide en
dos.
A comienzos del siglo XIX, allá
por las décadas del 10 y del 20, de Caracas venía todo: La Vida, la Libertad.
Ahora solo vienen dictaduras. Por lo
menos eso dicen algunos.
El pueblo de Venezuela es
quizá uno de los más transparentes y
poco contaminados con eso que –en las décadas de los 60, 70 y 80– se conocía como revisionismo. Caracas no tuvo
una CGTP, pero quizá eso explique su actitud más decidida cuando se trata de
salir a las calles para defender la libertad. A Caracas nadie le enseñó aquello
de que “con la violencia no se defiende lo conquistado”. Caracas es medio
chúcara, medio silvestre, pero no por eso menos leal a la defensa de derechos y
libertades democráticas.
Caracas pareciera haber sido
forjada por la historia para nunca andar con medias tintas. No hay términos
medios. “O estás aquí o estás allá”. O apoyas la denominada Revolución
Bolivariana o no la apoyas.
En el siglo XIX, el pueblo de
Venezuela mandó a Bolívar a que sirva a los países de la región como el Perú en
su emancipación de yugo español; en el siglo XX, es el centro de las miradas
para lo que podrían hacer y ser otros países.
Caracas no es Paris en el siglo
XVIII, cuando los partisanos de La Comuna se enfrentaron nada menos que al
ejército francés de Thiers y a las tropas invasoras de Prusia –que humillaron al ejército que un día
estuvo comandado por Napoleón, pero no pudieron derrotar el Ejército del Pueblo
conformado por miles de obreros desharrapados–.
Más de veinte mil muertos
después, cuando Paris se tiñó de rojo intenso con la sangre de sus mejores
hijos, la burguesía gala entendió que con los obreros, con la clase, no se
juega. Y que si se trata de poner la cuota de sangre, simplemente la ponen.
Porque cuando se trata de defender la libertad, el pueblo no hace cálculos ni
se anda con cosas.
No sabemos si el señor Maduro
está a la altura de la grandeza del pueblo venezolano. Quizá sea cierto que
en las horas actuales al pueblo
venezolano le falte un Bolívar. Hasta hace poco un Chávez le alcanzaba para
sintetizar sus demandas, hoy Maduro resulta deficitario.
Maduro es más diplomático que
militar, más cazador de pajaritos que político. Tiene un cierto carácter de
inocentón, de bebote grande. Le falta fuerza de carácter. Tampoco es un Correa
de la fundamentación, de la palabra bien dicha y bien puesta. Y, de hecho,
menos aún es un Chávez de convicción y fortaleza del alma capaz de mover
millones de voluntades. Maduro no tiene el talente de la irreverencia para
desafiar a monarcas imperiales.
Seguro por eso, la derecha
pensó tumbarlo con relativa facilidad. Y, casi lo logra. Más que por méritos de
ella misma, por los errores del propio Maduro. Resulta sumamente expresivo que
el gobierno de Nicolás Maduro se inicie mirando pajaritos en el aire. Hasta en
el idealismo y la metafísica, todo tiene un límite.
Chávez ha ganado otra elección,
esta vez más allá de la muerte. Acaba de sumar al chavismo su proceso electoral
ganado número cinco, algo que no ha hecho, ciertamente, ninguna otra organización política en el
mundo. Es su victoria número 17, de las
18 en las que ha participado.
Pero, cuatro meses atrás, el
partido de Chávez, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), ganó en 20
de los 23 Estados del país. En las recientes elecciones del 14 de Abril,
Capriles ha ganado en la tercera parte de los Estados. El 07 de octubre del
2012, hace seis meses, Chávez Frías consiguió su cuarta victoria presidencial consecutiva
alcanzando 8´191, 132 votos (55.07%) relegando a su adversario Henrique
Capriles a la cantidad de 6´591.304 (44.31%), con más de 11 puntos de ventaja.
La máxima diferencia que logró
Chávez contra su más cercano perseguidor, Manuel Rosales, un ex alcalde de
Maracaibo, fue en las presidenciales del 3 de abril del 2006 con 26 puntos y
una ventaja de casi tres millones de votos. La diferencia que acaba de obtener
Nicolás Maduro sobre Henrique Capriles es de apenas 1,77 puntos porcentuales.
Lo cierto es que no ha ganado
propiamente Nicolás Maduro, sino el llamado “Legado de Chávez”. La marcha en
automático de la maquinaria que creó Chávez, ha ganado casi por inercia. El
desafío del señor Maduro es que las cosas marchen no por la Ley de la Gravedad,
sino por el trabajo de defender lo conquistado. Tiene que madurar haciendo lo
que es una necesidad para el pueblo venezolano.
En síntesis: Maduro no está
maduro. El pueblo venezolano si lo está. Deberá madurar al calor del servicio
al pueblo de todo corazón. O, ¿de qué otra manera se puede madurar sino es
sirviendo al pueblo de todo corazón?
Aun con las muertes de siete
hijos de Venezuela, Caracas no era, no es Paris. Pero estaba dispuesta a serlo si se trataba
de defender eso que –como se llame– les sirve, les da de comer, los viste, les
atiende cuando se enferman, les educa. Porque para eso tienen petróleo y tienen
derecho a vivir del petróleo. ¿Si
Inglaterra casi todo el siglo XVIII vivió del carbón y de la hulla por qué
Venezuela no puede vivir del petróleo, si produce más de un millón de barriles
diarios de crudo? O, ¿quiénes deben disfrutar de esa bendición de la naturaleza? O, ¿es que el petróleo
venezolano debe ser para un puñado y no para el pueblo?
Para los venezolanos, en tanto
no haya algo mejor, también vale y sirve el denominado “Estado de Bienestar” el
mismo que de una u otra manera también tuvo y tiene el propio EE.UU.
O, ¿Cuántos Estados en el mundo
pueden darse la satisfacción de subsidiar a su población desempleada por seis
meses y hasta un año como ocurre también en muchos países de Europa? Eso mismo
que los europeos de la pos guerra ahora extrañan, que no es sino la leve
función del Estado cumpliendo su –valga la redundancia– función de atender las
necesidades de su población en cuanto a sus más elementales Derechos
Fundamentales, también le asiste al pueblo venezolano, sino para qué sirve la
maquinaria estatal que vive del impuesto de las inmensas mayorías.
Foto: Maduro es más diplomático que militar, más cazador
de pajaritos que político. Tiene un cierto carácter de inocentón, de bebote
grande. Le falta fuerza de carácter
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