Los
fondos del negacionismo
De Copérnico a Stephen Hawking.
La criminalización de la opinión y el sagrado arte
medieval de imponer las ideas por Decreto.
Desde
que el 28 de agosto del 2012 el Ejecutivo remitió al Parlamento el Proyecto de
Ley del Negacionismo Nº 1464/2012-PE han transcurrido casi ocho meses. En mayo,
precisamente a los nueve meses, el Pleno debatirá dicha norma. La preocupación
es que pareciera que nos aproximamos al alumbramiento de un engendro contra la
Libertad de Opinión, de Pensamiento y de Crítica, así como de otras tantas
Libertades y Derechos.
Acaso
uno de los principalísimos problemas que tenga la cuestionada Ley sea la de
pretender imponer las ideas por Decreto, lo que no solo acarrearía
consecuencias penales contra los tenidos como infractores dolosos, sino que
iría abiertamente contra lo que considera la moderna enseñanza educativa
internacional respecto también a este tipo de problemas sensibles.
Profanadores
de lo sagrado
Precisamente
cuando a nivel internacional hay quienes hablan de un “Pensamiento débil”
acorde con la crisis de la civilización denominada pos moderna y otros,
particularmente en la Italia de Virgilio, plantean la necesidad de un
“Pensamiento Profanador” a la esencia del capitalismo –que no es de usus, sino de ab usus, es decir de Destrucción- que vive acaso la más seria,
grave y profunda de sus crisis económicas desde el crack del ‘29.
La
contrapropuesta a la denominada Ley del Negacionismo es que a nivel de las
ideas nada debiera ser considerado sagrado, intocable. Nada. Trátese del tema
que se aborde. Y que, en todo caso, los excesos para la práctica de la Libertad
de Expresión ya están contemplados constitucional y penalmente para todo aquel
que se considere lesionado en su honra, sentimientos o muy comprensibles
sensibilidades especificas y concretas.
Al
connotado científico Stephen Hawking, aun con toda la grandeza de sus teorías, por lo menos desde fines de la
última década del siglo XX pretendieron impedirle su pensamiento por chocar con
teorías metafísicas religiosas, que, por cierto, son también sensibilidades de
fe, de creencia, o de tradición cultural como se le puede considerar. Pero
debiera comprenderse también que la verdad será siempre inevitablemente
hiriente, dolorosa.
“Nuestro Universo no necesitó
ninguna ayuda divina para formarse”, dijo casi lacónicamente el científico inglés,
pero fue suficiente para que nada menos que el propio Papa de entonces, Juan
Pablo II, advirtiera a la Comunidad Científica respecto al estudio del momento
de la creación dado que era asunto sagrado.
Y es que Hawking es un
irreverente Negacionista Científico del Idealismo y la Metafísica. Es un
profanador de lo considerado sagrado. Todo científico lo es. Todo comprometido
con la verdad también lo es. “¿Por qué estamos aquí? Me alegro no ser arrojado
a la Inquisición”, dijo recientemente en una concurrida Conferencia realizada
en Pasadena, Los Ángeles, EE.UU., en la semana del 20 de abril del presente.
Cuestionando
a Copérnico
Punto
de trascendencia en la educación competitiva resulta el cuestionamiento de las
cosas, de lo dado, que no es sino preguntarse el porqué de las mismas.
Interrogarse, por ejemplo, como lo hiciera Copérnico en el siglo XV, respecto a
los dogmas religiosos de entonces como el que la tierra era el centro del
Universo y que el sol giraba en torno a ella.
En
todo caso, Jonathan Holsen y Sarah Gross, profesores de la Escuela Secundaria Pública
de Alta Tecnología de Lincroft, Nueva Jersey, proponen “un cuestionamiento
constante de lo que se aprende”. Así lo plantean en su obra titulada: “Cinco
hábitos de grandes estudiantes”.
Lectura,
Redacción, Evaluación, Aprendizaje Colectivo y Cuestionamiento de lo aprendido,
constituyen la columna vertebral de la propuesta educativa. Repárese la
importancia que le otorgan al cuestionamiento de lo aprendido. Sin embargo, en
nuestro país fuerzas retrogradas, de oscura procedencia medieval promueven el
cuestionamiento como algo punitivo, como delito, como crimen.
El
delicado asunto de los cuestionamientos de las ideas, el gobierno de Ollanta
Humala Tasso pretende criminalizarlos. Algo que no se condice con lo de
“Sociedad Educadora” de la que habla el denominado Plan de Educación Nacional.
Prueba de que en el campo ideológico, el Estado Peruano, en particular,
continúa arrastrando viejos lastres feudales y semifeudales propios de la
Inquisición.
De
hecho el razonamiento verbal y matemático, en los que nuestros niños y jóvenes
andan en un milenario atraso, no solo obedecen a la desnutrición, sino,
precisamente, a esa forma aun feudal de la enseñanza en el Perú que tiene un
atraso de más de 70 años.
Si
como se espera el Debate sea de calidad política e ideológica, tanto como
filosófica, dado que se trata nada menos que del primer poder del Estado,
debieran abordarse todas las aristas e implicancias que tendría la
controversial norma de aprobarse.
La
norma del Ejecutivo consta de apenas un solitario Artículo, el 316° – A, que se
incorporaría al Código Penal. Toda la motivación de la misma está basada en la
jurisprudencia internacional respecto al Negacionismo del Holocausto Nazi
realizado por Hitler durante la Segunda Guerra Mundial.
Hay
Sensibilidades y “Sensibilidades”
Por
cierto, son los judíos los que por considerada afectación directa se pusieron
al frente de esos Negacionismos realizados por los seguidores del nazismo. Es
decir, los mismos que por décadas mantienen en eternos campos de concentración
al pueblo Palestino impidiéndoles su derecho a constituirse como nación.
Pareciera que solo existe el reclamo de sensibilidad para algunos, no para los
otros, para los considerados enemigos.
Así,
resultaría que una encendida o apasionada opinión, por mucho que no guste –valga
la redundancia– dentro del terreno de las ideas, podría
considerarse como lesivo para la sensibilidad de quien no comparta dicha
expresión y, se sienta, por tanto, lesionado, afectado por las palabras que
ofenderían su dignidad humana.
El
pequeño detalle es que durante la guerra interna en nuestro país, un cruento
como doloroso enfrentamiento entre peruanos, hubo víctimas de uno y otro lado.
De hecho no se trata de contraponer sensibilidades de unos y otros.
¿Cómo
se ajusta, cómo se contempla, en esta norma, por ejemplo, la sensibilidad de
los Familiares de La Cantuta o de Barrios Altos, de Accomarca, Vinchos, Cayara,
Los Cabitos o la de los familiares de los periodistas asesinados en Uchuraccay,
que escuchan permanentes Negacionismos provenientes del propio ex mandatario
Alberto Fujimori o del señor García Pérez respecto al caso de El Frontón, pese
a haber una expresa Resolución de la CIDH al respecto?
Y
¿no resulta acaso enteramente coherente que, cuando se trata de crímenes de
lesa humanidad, como los perpetrados contra el pueblo Quechua en los Andes
Peruanos o contra los negros en el continente africano o contra los nativos de
la selva o contra los indios del Oeste americano, etc., dichos crímenes no
prescriben en el tiempo? ¿Cómo quedan esos genocidios históricos, esos
Negacionismos Históricos contra los más pobres aquí y en el mundo?
Por
comprensible y respetada sensibilidad de todos los peruanos, el Gobierno
debiera promover una seria como responsable política de Reconciliación
Nacional.
Otros
derechos negados
No
más de cinco ideólogos del denominado Negacionismo o también conocido en Europa
como el “Revisionismo Histórico”, han sido sentenciados. Unos fueron
sentenciados como “Negacionistas Categóricos”, otros por “Negacionistas
Desviacionistas”, pero también hay los catalogados como “Negacionistas
Trivializadores”. No todos purgaron prisión. Y si lo estuvieron, salieron antes
del año de carcelería. Aquí la draconiana norma Negacionista exige hasta ocho
años de prisión. Y la norma tampoco estipula grados de Negacionismo.
Por
razones como esas, además de la censura previa, nada menos que el organismo
internacional de Derechos Humanos, Human Rigth Watch, ha hecho llegar sendos
documentos al propio Presidente de la República, al Presidente del Parlamento y
otras instancias pidiendo que la cuestionada norma se archive.
Entre
otros varios reparos que afronta la norma presidencial figuran también la
descontextualización de la situación del Perú, que no es ni la de los 80 ni se
parece en nada a la de la Alemania nazi, ni a la situación de pos guerra en
Europa. Incurriría, además en una doble sanción para un mismo delito: una por
el acto en sí y otra por negarlo.
Además,
como bien se ha insistido, el Proyecto vulneraria el Derecho a la Defensa,
Pero, también, eximiría al Estado de toda responsabilidad lesiva en la que
incurrió por la aplicación de una línea y política no exactamente respetuosa de
los Derechos Humanos, a lo que algunos llaman “Terrorismo de Estado”. La base de esto residiría en confundir la
Verdad Histórica con la Verdad Oficial.
Resulta
inconstitucional también en cuanto a que restringe el Derecho a criticar y
cuestionar las Sentencias de los Jueces, del Poder Judicial. Lo cierto es que
mientras más tiempo transcurre, más problemas se evidencian en la Ley del
Negacionismo.
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