miércoles, 15 de mayo de 2013


Qali Warma.
¿”Niño vigoroso” o Niño engañado?


El programa Nacional de Alimentación Escolar denominado “Qali Warma” (“Niño Vigoroso”) arrastra el velo de la corrupción e insensibilidad en sus entrañas bajo la modalidad de estafa. Vende, en ciertos lugares del país, gato por liebre. Esa sensación produce a solo dos meses de su puesta en marcha.

El negocio de algunos consiste en vender alimentos descompuestos que son un permanente riesgo para la vida y salud de 2,7 millones de niños pobres del país. ¿O debería alguien estar preso por esos criminógenos atentados más aún por el agravante de afectar a los seres más débiles e indefensos como los niños? O ¿como se trata de niños pobres sus vidas no valen nada?
Las respuestas benignas, las aclaraciones burocráticas, las minimizaciones y –para usar una palabra de moda del Gobierno las trivializaciones no deberían de estar en el “rubro” de atenuantes, sino de agravantes. Lo cierto es que hay sospechosas complicidades por acción o por omisión.
La jefa de Qali Warma, señora Guiselle Romero, luego de los primeros hechos de alimentos malogrados en Puno y Pasco salió con explicaciones francamente triviales y justificatorias.
Lo cierto es que en lugar de comprometerse a investigar a fondo hasta sancionar a los responsables, hizo algo similar a lo que hiciera la alcaldesa de Lima, Susana Villarán, cuando desbordaron las presas del río Rímac.
Doña Susana salió a defender a la empresa brasileña como si fuese accionista en lugar de exigirle que responda por la exposición al peligro de la ciudadanía ¿Era la alcaldesa de Lima o la abogada de la empresa?
Y ¿la jefa de Qali Warma trabaja por la vida y salud de los niños o por encubrir indignantes indolencias de algunos?
Lo cierto es que, desde el 4 de marzo, cuando se lanzó Qali Warma, han transcurrido apenas dos meses, pero hay ya más de una decena de niños afectados. Alguien podría argüir que son pocos los casos en comparación con el porcentaje total de beneficiarios. Nada. Así se trata de un solo niño.
El jueves 25 de abril, en Casma, distrito de Yautan, cinco niños se intoxicaron luego de consumir leche descompuesta. En dos de los casos se confirmó la intoxicación.
Ese mismo día, en Pasco, distrito de Paragsha, en el colegio San Andrés, el fiscal constató el almacenamiento de panes y mermeladas en mal estado que iban a ser distribuidos a los niños.
Pero, en marzo, ya se habían registrado por lo menos dos casos; uno en Puno, con niños que sufrieron vómitos; otro en Pasco, que motivó la indignación de más de 300 padres de familia.

Nuevos nombres, viejos males

“Niño vigoroso” vino a reemplazar a lo que fue el PRONAA, pero no ha resuelto viejos y rastreros fardos que, más que negligencias, resultan hasta el momento impunes atentados contra los niños más pobres.
El director de la consultora “cocina, identidad y territorio” y también miembro de la Asociación Peruana de Gastronomía (Apega), Andrés Ugaz, uno de los principales responsables del diseño del programa, se esfuerza para explicar la prolijidad y cuidado que habrían tenido en el estudio e investigación. Precisa que estuvo en la experiencia de la implementación del programa en colegios de Huanta, Ayacucho.
Conmovedor esfuerzo pero que no alcanzó para evitar la afectación a no pocos niños que resultaron maltratados por un programa que, se supone, debiera ir a ellos con la mayor sensibilidad.
Para la jefa de Qaliwarma, el principal desafío es la accesibilidad, es decir, llegar a la mayor cantidad de los 2,7 millones de niños a los que se busca beneficiar.
Sin embargo, con una vieja práctica corrupta de por medio subyace el riesgo que mientras más se extienda el programa, más niños terminen consumiendo productos malogrados.
Hasta el 21 de abril se supo que la cobertura era del 60% de los 47 mil colegios. En todo caso, el desafío urgente es contar con gente sensible con la problemática de pobreza de millones de niños.
En la fase de diseño del Programa estuvo comprometido el Banco Mundial (BM) y el Programa Mundial de Alimentación (PMA) de las Naciones Unidas.
Susan Guldmark, director del BM para Bolivia, Chile, Ecuador, Perú y Venezuela, dice que pusieron énfasis “en mecanismos que permitan medir de forma periódica la satisfacción de los usuarios”. Se entiende que los usuarios son los niños, ¿Cuáles son esos mecanismos para medir su satisfacción?
Y agrega que son parte del apoyo prestado “el diseño de estrategias de monitoreo social”. ¿Y ese monitoreo sirve para detectar cómo y por qué se entregan alimentos en mal estado a los niños?
Finalmente, la funcionaria mundial, no exactamente puso las manos al fuego por nadie, pero dijo algo muy expresivo: “a través de un programa que provea alimentos con altos estándares de calidad (…) y aplicado mecanismos de transparencia que permitan alejar la corrupción”.
Lo cierto es que la corrupción parece estar más Qali (vigorosa) que nunca en “Qali Warma”
Para Andrés Ugaz “el éxito de este nuevo Programa de alimentos depende la vigilancia de la población”.
Muy bien, tómese entonces en ese sentido el presente informe periodístico.



El lanzamiento del programa Qali Warma en Huanta no fue tan auspicioso. A pocas semanas del fastuoso lanzamiento, una serie de denuncias comenzaron a llover. En Huamanga, por ejemplo, padres de familia de la institución educativa de Yanamilla denunciaron irregularidades en uno de los proveedores.

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