Julio César Galindo se ha
convertido en una enorme piedra en el zapato del actual régimen. Su actuación
como Procurador Antiterrorista es poco menos que deficiente. No tiene en su
haber un solo caso judicial ganado –de entre tantas denuncias hechas contra
personas a las que maliciosamente comprometió con delitos de terrorismo–; por
lo tanto, su papel como defensor de los intereses del Estado, en la lucha
contra el terrorismo, es sencillamente nulo.
La pregunta, entonces, es ¿por
qué el gobierno del presidente Ollanta Humala decide mantenerlo en un cargo tan
importante, a pesar de su ineficacia y de las denuncias por actos de corrupción
al que recientemente fue sometido a consecuencia de una denuncia hecha ante el Ministerio
Público por el abogado de la procuraduría?
En todo esto, debe haber algo más
que una simple obstinación gubernamental por evitar allanarse a la voluntad de
la opinión pública que reclama su destitución. Igualmente, es poco probable que
la denuncia por uso ilegal de fondos y nombramiento ilegal de cargo público al
haber contratado como secretaria a Rocío Huamán, quien habría trabajado en su
casa como empleada doméstica, sea minimizada por el gobierno del presidente
Humala.
El sentido común indica que
ningún gobierno decide cargarse con el fardo que implica mantener en el cargo a
alguien con una denuncia penal por presuntos delitos que pueden calificarse
como corrupción, tampoco a alguien demostradamente incompetente.
Entonces, la pregunta sigue siendo:
¿qué hay detrás de todo esto?
Como ciudadanos, creemos tener
derecho a preguntarnos por esta falta de decisión de la administración
gubernamental que se resiste a destituir a alguien deshonesto e inútil. Pero,
además, porque somos testigos de excepción de las denuncias tendenciosas de
este mal funcionario, quien ha conducido, por ejemplo, una persecución perversa
contra los periodistas de Con Sentido. Primero, denunciándonos por el delito de
apología al haber publicado una entrevista a un sentenciado por terrorismo,
denuncia que fue archivada en todas las instancias. Luego, por un presunto
delito de revelación indebida de clave secreta de un supuesto colaborador
eficaz a quien el propio Galindo, en su empeño persecutorio o a lo mejor
deliberadamente, lo entregó, pues, lejos de proteger su identidad frente al
informe periodístico hecho por la revista Con Sentido, el procurador confirmó con
su denuncia penal en contra nuestra, que el personaje señalado en la
información era nada menos que su protegido. Pero, lo que es más grave, su pseudo
protegido, lejos de mantenerse en el anonimato, sigue exhibiéndose hasta hoy,
cual si fuera una vedette, en las redes sociales, tomándose fotos con muchas
personalidades públicas opinando con nombre propio y conduciendo un programa de
radio sin que su “protector” lo proteja.
Pero, la verdad es que, en ambos
casos, las denuncias tendenciosas fueron archivadas, ratificándose de este
modo, que no se trataba de una persecución judicial, sino política. La justicia
peruana no podía condenar a alguien que en uso del derecho a la libertad de
expresión estaba facultado a publicar una entrevista periodística o de poner en
evidencia las malas prácticas de un personaje infiltrado en organizaciones sociales,
dedicado exclusivamente a buscar la detención de mucha gente que, felizmente,
se encuentra en libertad luego de comprobarse la calumnia por la cual aquél
sujeto infiltrado venía involucrándolos en delitos tan delicados como el
terrorismo y el narcotráfico.
Ahora, la mínima justicia que se
espera de un gobierno que se precia de ser democrático, además de pedir
disculpas por las denuncias calumniosas que hizo su procurador en contra
nuestra, es remover del cargo a quien, representando al Estado, decidió actuar
de mala fe, haciendo ver que el gobierno y el Estado peruano pretende penalizar
la opinión y perseguir a sus críticos.
La apelación presentada por Galindo, contra la
sentencia absolutoria a favor del director y el responsable de la Unidad de
investigación de esta revista, sigue demostrando la obstinada conducta e
incompetencia del Procurador Galindo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario