lunes, 23 de marzo de 2015

Dos siglos de espías chilenos

La relación entre Chile y Perú nunca fue de la mejor. Eso lo saben los pueblos peruano y chileno que ha sufrido en carne propia los afanes belicistas del estado chileno y la poco viril conducta del estado peruano. La historia se ha encargado de registrar cada episodio sangriento y derrota política entre ambos países. Pero la actuación agresiva de los chilenos no se remonta a la guerra del pacífico, en 1879.
Desde 1835, Chile ya mostraba una conducta beligerante contra el Perú. En ese entonces, el gobierno chileno logró persuadir a Felipe Salaverry para firmar un vergonzoso Tratado de Libre Comercio a favor de Chile y en perjuicio del Puerto del Callao. Fue la primera vez que se produjo un conflicto donde, curiosamente, el pueblo arequipeño le propinó una derrota al poderoso ejército chileno. Un año más tarde, Chile volvería a invadir Perú logrando disolver y derrotar a la Confederación Perú Boliviana.
La historia pinta una tragedia atroz en 1879 con una guerra que le costó la derrota a Perú y Bolivia. En el último siglo, nuevos conflictos que, si bien no llegaron al derramamiento de sangre, demostrarán las constantes tensiones entre ambos países.
Chile siempre ambicionó suelo peruano. Se dice que en un futuro no lejano espera invadir nuevamente el país, en busca de los recursos naturales, especialmente del agua, que no tiene.
No es casual que la inversión chilena actualizada al año 2014 haya llegado a la cifra de 15 mil millones de euros, según la Embajada chilena en Perú. Chile es uno de los mayores inversionistas en Perú, sus negocios en la industria retail, inmobiliarias y seguros es ofensiva. Pero el dinero chileno no se cuida con una supuesta estabilidad jurídica proporcionada por el Estado peruano, que solo le sonríe a la inversión extranjera y que sufre fuertes desequilibrios por el llamado ruido político (manifestaciones sociales, crisis políticas, etc.). El dinero chileno requiere un respaldo de su Estado, que controla la segunda fuerza militar más poderosa del Continente, muy por encima de Argentina y Colombia.
No es extraño entonces, observar su interés por disponer de un sistema de inteligencia, que incluye la distribución de espías y colaboradores (oficiales y no oficiales) en todo el continente con quienes han trabajado (trabajan y seguirán trabajando) desde hace dos siglos para mantener un control de la información estratégica de sus históricos enemigos como es el caso del Perú.

Por eso, no sorprende el reciente escándalo surgido por la presencia del “peruano” espía al servicio del país sureño. La posición del gobierno peruano no puede ser un acto demagógico que termine en bravatas y acciones oportunistas, debe constituirse en una posición monolítica que una y cohesione a la nación entera ante cualquier amenaza contra la soberanía nacional.

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