Primitiva Acumulación
Escriben: Víctor Sulca, Álvaro Espejo
El genial Carlos Marx planteó cruda, pero acertadamente, que el capitalismo nació bañado en sangre. Y es que el capital, ese del que tan fácil y alegremente hablan algunos, no vino de la nada, ni cayó del cielo como bendición divina. Menos aun provino del trabajo ni del sudor de sus repentinos poseedores.
EL PECADO ORIGINAL
El capitalismo como sistema se levantó sobre su ignominioso momento pre capitalista –su estado fetal, si se quiere entender así o, más exactamente, sus nueve meses de incubación-. Tal fue la Acumulación Originaria, “El Pecado Original” del capitalismo, la “previous accumulation” –“Acumulación Previa”- a la que se refirió nada menos que el padre de la economía, Adam Smith.
Y es que la Acumulación Originaria constituyó un violento y sangriento proceso de despojo, de arrebato, de robo, de asalto delincuencial –ni más ni menos- de los bienes y riquezas de quienes se habían ganado el pan con el sudor de su frente. ¿Acaso de ahí proviene la frase popular de “El zonzo vive de su trabajo y el vivo vive del zonzo”? Lo cierto es que toda Europa y también este hermoso continente nuestro fueron sacudidos por la rapacería pre capitalista.
El capitalismo nació, en buena cuenta, con su “pan bajo el brazo”, pero producto, no de ninguna “bendición divina”, sino del despojo, de la piratería. Los burgueses, minutos antes de nacer, fueron filibusteros.
A SANGRE Y FUEGO
En el Perú, el capitalismo burocrático ha entrado a desenvolverse como capitalismo. En ese propósito, viene llevando adelante –desde el gobierno de Fujimori– una nueva acumulación originaria, también a sangre y fuego. Lo que hemos visto y estamos viendo en lugares como Bagua, Islay y Puno es expresión de ese proceso de mayor despojo y concentración en cada vez menos manos.
En el Perú, son más de 100 años de capitalismo burocrático -116, para ser precisos, desde 1895– y 20 años de neoliberalismo. Luego de este proceso –o, más exactamente, como parte del mismo-, con una guerra interna de por medio que se desenvolvió entre 1980 y el 2000, la sociedad peruana llega a ser capitalista, con la peculiaridad de que continúa dependiendo del imperialismo y con rezagos semifeudales.
Y es bien cierto también que tuvo que haber una guerra en nuestro país para destrabar lastres y taras feudales, que la burguesía nativa no lo supo ni lo quiso hacer en su momento, ni política ni económicamente.
El capitalismo tardío que empieza desenvolverse en nuestro país ha tenido y tiene necesidad de una nueva acumulación originaria. De hecho, a nadie se le ocurre pensar que es la misma que se produjo con el pre capitalismo de hace más de seis o siete siglos.
“Previous accumulation”
De la plusvalía sale más capital -de su proceso–, de la producción capitalista de mercancías, de grandes masas de capital y de la fuerza de trabajo. Todo en medio de un círculo vicioso que parece insalvable.
En concreto, la explotación genera plusvalía, como el despojo fue el instrumento –la chaveta– con la que “la burguesía” pre capitalista perpetró su “pecado original” para su necesaria acumulación previa.
El capitalismo nació no solo con un crimen de conciencia, sino de hecho. Su pasado criminal y delincuencial –su pre historia– fue oleado y sacramentado para dar nacimiento al sistema capitalista. Que después hayan continuado y continúen con las mismas prácticas es otra cosa. El asunto es que su hecho, luego lo convirtieron en derecho.
Se puede afirmar –como dijera Marx–, dando por sobre entendido una acumulación originaria anterior a la acumulación capitalista –a la que Adam Smith llamara “previous accumulation”–, una acumulación que no es fruto del régimen capitalista de producción, sino punto de partida de él.
La acumulación originaria es el proceso histórico de disociación –disculpen el eufemismo– entre el productor y los medios de producción. En buen romance, el productor fue despojado de su producción y de los medios de producción. Se legitima el mundo de los despojados y los “despojadores” –con las disculpas del siempre sensible lenguaje–. Con esta polarización del mercado de mercancías se dan las condiciones de la producción capitalista.
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