domingo, 8 de febrero de 2015

Editorial: Las lecciones no aprendidas de la gestión de Oscorima.

A poco más de un mes de iniciado el año 2015, la idea de encontrar cambios sustantivos en la entidad rectora del desarrollo regional de Ayacucho, comienza a desvanecerse.
Efectivamente. Se esperaba esos cambios no solo porque eso se tradujo de las propias palabras del presidente regional –poco creíbles para los dos tercios de la población ayacuchana–, que aseguraba un cambio radical en la gestión de su gobierno y que caminaría derecho en los próximos años; sino, porque, realmente, era una impostergable necesidad derivada de una reelección sin precedentes y de haber derrumbado varios mitos, de los que hablamos en la editorial de la edición de noviembre (Ver Edición N° 59).
Los cuatro años de su primer periodo de gobierno debieron proveerle de importantes lecciones y profundas enseñanzas. Pero, aparentemente, nada de esto ocurrió. Wilfredo Oscorima inicia su segundo mandato bajo la misma lógica de su periodo anterior. A lo mejor, algo que sí aprendió es a diferenciar el ritmo de una entidad estatal, abismalmente diferente del ritmo de la empresa privada. Por lo demás, su mirada es la misma, sus hábitos, debilidades y sus prejuicios son los mismos. Es posible que esta conducta le sea agradable a casi ochenta mil electores que lo eligieron, pero Oscorima debe saber que gobierna para todos los ayacuchanos, esa es la particularidad del juego democrático.
Una de estas lecciones que debió extraer de su anterior periodo de gobierno, es la de retomar la dirección personal y directa –no virtual– de una gestión que vuelve a caminar bajo una inercia sorprendente, con sus permanencias prolongadas e inexplicables en la capital del país, a donde huye cada vez que puede y donde se mantiene, en promedio, 5 de 7 días a la semana, bajo el pretexto de impulsar gestiones en busca de mayores recursos, una labor que bien podrían hacerlo unos cuantos lobbistas. Pero, lo cierto es que, esta justificación constituye la excusa más elemental e infantil del mandatario regional, quien, comprensiblemente, evita permanecer en la región que lo eligió porque, acaso, no soporta su pobreza.
Esta situación, lleva al gobernante regional a “dirigir”, a través del celular –¿nuevo estilo de gobierno?–, una región que precisamente adolece de liderazgo y de compromiso social de sus gobernantes. De ahí que sus detractores más encarnizados utilizan dicha debilidad presidencial para fundirse en lo más íntimo de la gestión y auscultar, en ausencia del gobernante, las barbaridades que protagonizan sus funcionarios y colaboradores cercanos.
Otra de las lecciones ausentes corresponde a su falta de madurez política, reflejada en su improvisación e informalidad, lo que alimenta la desconfianza de muchos en lo que hace, piensa y cree. Esta situación explica los errores que continuamente tiene, ya sea en la designación de funcionarios o en otras decisiones de igual importancia.
Acaso la reciente salida del médico Amílcar Huancahuari Tueros, designado en el cargo de Director Regional de Salud, sea la más clara expresión de esta informalidad e improvisación.
Según trascendió, la nominación del ex alcalde –y de la mayoría de funcionarios– no se produjo como resultado de una estrategia política bien elaborada. De ahí que su salida del cargo tiene una alta dosis de improvisación. A estas alturas, se sabe que, para su cambio, nada tuvo que ver la sentencia condenatoria impuesta recientemente contra la ex autoridad edil.
Es posible que la gestión de Oscorima se afiance con algunos resultados que irán viéndose en los meses siguientes gracias a importantes obras en ejecución, pero, para gobernar no es suficiente inclinarse por una lógica efectista y pragmática. Hace falta un genuino liderazgo que busque humanizar la gestión, extrayendo lecciones, construyendo un gobierno que debe ir más allá de una coyuntural elección o reelección, actuando con sentido estratégico, formando cuadros políticos o buenos alfiles, en lugar de simples peones.

Expresamos esta opinión no para sumarnos a las voces furibundas de la crítica personal que enfrenta el mandatario regional, lo hacemos para suministrar una lectura de su actual gobierno y de los riesgos que a la larga enfrentará la región de Ayacucho.

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