domingo, 8 de junio de 2014

COMO EN EL MEDIOEVO, ¿ESTÁ PROHIBIDO INVESTIGAR?

Por: Necías E. Taquiri Y.

Estamos anonadados, por decir lo menos, al habernos enterados –esta vez- que los sectores más oscuros de la sociedad, valiéndose de los propósitos más protervos, no solo estén viendo movadistas en todas partes, sino que se hayan dedicado a criminalizar las investigaciones universitarias desarrolladas por docentes y estudiantes con el argumento de que están haciendo incurriendo en apología del terrorismo, nada más y nada menos.
El caso es que, el Jefe del Departamento Contra el Terrorismo (DEPCOTER), de la DIVICAJ-DITERPOL-AYACUCHO, por disposición del Ministerio Público, ha solicitado al Rector de la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga “copias de los diversos trabajos de investigación científica realizadas por los docentes de Ciencias Sociales, Antropología y otros” (Oficio No. 467-2014-DITERPOL-AYA/DIVICAJ-DEPCOTER de fecha 15 de abril de 2014), mencionando a los docentes universitarios Ulpiano Quispe Mejía, Porfirio Hilares Ayala, Carlos Rodrigo Infante Yupanqui, Jhonny Gutiérrez Toledo, Edmundo Pinto Ramos, Jeffrey Gamarra Carrillo, Fermín E. Rivera Pineda y Segundo Wálter Aguilar Silva, con sus correspondientes trabajos de investigación.
Es obvio imaginar que este requerimiento policial y del Ministerio Público, no tiene motivaciones culturales para estudio académico, aprendizaje o culturización de las dos instituciones; ni siquiera es una curiosidad bibliográfica y registro de labores universitarias con fines de acreditación, porque en eso andamos los universitarios, de esta Universidad y de todas partes, en acreditarnos y en modernizarnos. Lo que se observa aquí, es que por acción de algún individuo nefasto de la sociedad, de malhadada conducta antiuniversitaria y de odio enfermizo a la Universidad de Huamanga, por resentimientos y notorio espíritu de venganza que hasta se sospecha de dónde proviene, pero aún no se puede precisar por razones obvias, por sus antecedentes de haber injuriado y difamado a media universidad, por cualquier cosa o con cualquier argumento, alguien con poder en las alturas, acaso carente también de información suficiente acerca de la visión y misión de la universidad peruana, se ha empeñado en cercenar el libre trabajo de investigación científica y, en última instancia, la libertad de opinión que debe primar en la actividad intelectual de los docentes de cualquier universidad.        
Si estuviéramos transitando por los aciagos años de la Santa Inquisición, o de los oscuros siglos XV o XVI de la historia, o viviendo específicamente las épocas de Galileo Galilei, Copérnico o Ciriaco de la Chimenea, donde investigar si la tierra era redonda, para sostener que giraba alrededor del sol, a despecho y penalización de los que sostenían que necesariamente la tierra era plana y centro indiscutible del universo, no sorprendería semejante ‘investigación’ policial, sería hasta lógico, en cierto modo; pero, en la era de la informática, de la posmodernidad y de la investigación científica más profunda, con miras a conocer las causas y consecuencias de los fenómenos naturales, sociales y psicológicos de la realidad, para contribuir al desarrollo de la humanidad, especialmente desde la universidad (de aquí, allá y acullá), cuya razón y fundamento existencial  es precisamente la investigación científica, esta persecución nos ubica en la neológica era de la persecución, del amedrentamiento y la proscripción intelectual, que condenamos desde este medio.
Es más, de fuentes informadas relacionadas a esta misma labor, se tiene conocimiento que en la lista de los investigados, se habría incluido a una veintena de estudiantes de la indicada facultad, con la finalidad de ‘investigar’ sus trabajos de investigación, especialmente tesis, con fines igualmente de persecución, siguiendo las informaciones supuestamente sustentadas de algunos personajes que, reiteramos, está viendo apología en cualquier trabajo intelectual y movadistas en todo lo que piensan, hablan u opinan los miembros de la comunidad universitaria.
Es hora ya, de que la población universitaria, o la población civil con dos dedos de frente, les diga basta, a los individuos que buscan hacer daño a la institución universitaria, acusando a la Universidad de Huamanga de ‘estar auspiciando trabajos de investigación subversiva’ (como han blasfemado hasta cínicamente).
Por lo demás, es menester sostener que la libertad de pensamiento, opinión y expresión, constituyen derechos fundamentales de la sociedad peruana, garantizados por la Constitución Política y ratificados específicamente por el Tribunal Constitucional, el año 2002, para mayores argumentos, cuando ha declarado que ‘no existe apología al terrorismo’, en el proceso seguido contra algunos docentes mencionados en la ‘lista tenebrosa’ mencionada líneas arriba. Porque, pues, las ideas no subvierten. Las opiniones son pareceres. No son llamados a la insurgencia, sino luces sobre la oscuridad, para discernimiento de la sociedad, y nada más.

EN CIRCULACIÓN EDICIÓN DE JUNIO DE LA REVISTA CON SENTIDO